La Edad de la Inocencia - Capitulo 19

POEMA - Sentimientos de jaejoong

Mentiria, si te digo que no senti miedo

Mentiria una vez mas si te dijera que no te odie,

Sin embargo diria la peor mentira

Si digo que en realidad queria alejarme de ti,

Pudo ser facil decir adios,

Pudo ser sencillo decirte que no te deseaba

Pudo ser, incluso, no tan complicado huir de ti,

Pero a pesar de lo sencillo de alguna de mis acciones

Me resulta demasiado complicado y doloroso

Pensar en una vida que no sea junto a ti

No te dire que no me traspaso el alma verte con ella

Que ella halla tocado tus labios que solo son mios,

Senti que perdia el balance

Que mi mundo se iba a la deriva,

Que por primera vez quise desaparecer de este planeta

Que por primera vez odie de tal manera

Que queria llevarla al mismo infierno

Para que dejara de existir y se pudriera,

Que sea atormentada y sufriera mil veces lo que yo sufri.

No se como pude acoger todos estos sentimientos en mi interior

Tal vez siempre los tuve…

Sin embargo, eso me hizo darme cuenta que puedo ser fuerte

Que gracias al amor que siento por ti, soy cada dia mas fuerte,

Que a pesar de lo que la misma gente diga

Yo solo debo confiar en mi amor por ti

Y en el que tu sientes por mi,

Es por eso que me entregue a ti,

Es por eso que siempre sere tuyo

Y siempre pasare mi vida buscandote,

Incluso cada dia y cada noche que no estoy contigo

Paso mis momentos llamandote,

Que lo unico que se es que te necesito aquí

Y que cada minuto que no lo hago

Siento que la soledad me consume

Siento que poco a poco me destruyo si no te siento en mi.

Cada dia que pasa estare pensando en ti,

Intentare creer en tu voz y en tu corazon,

Por que te quiero a mi lado amor

Por que todos estos dias que estuve lejos de ti entendi…

Que ya no te puedo sacar de mi vida,

Pues sino siento soledad

Que te has convertido en mi realidad

Y que ya no me importa el dolor

Pues yo quiero que seas mi conciencia y mi nocion

Yo esperare, no temas a donde tu vayas yo ire

Y siempre me entregare a nuestro amor

Como las hojas de los arboles de entregan al viento

Sin dudar sin vacilar

Pues te amo

Y se que juntos seremos felices

Y formaremos la familia que deseamos

Por que en mi corazon lo presiento…

 Esa familia que tanto deseamos

Siento en mi corazon

Ya la empezamos a formar ……

By.Pamin ( Peregrina)

Con los labios unidos, besándose, estrechándose probando de su miel y con el deseo invadiendo sus sentidos; Yunho no podía aguantar más, lo necesitaba y sabia que el segundo que le tomaría llevarlo a la cama era demasiado esperar, así que fue obligando a Jaejoong a retroceder  sin dejar de sostenerlo de su cintura avanzaba pegándose más.

Con las manos aferradas en el hombro de Yunho y preso de sus labios, lentamente y sin darse cuenta fue retrocediendo; su mente estaba en blanco en lo único que podía pensar era en aquellos labios que rosaban con los suyos y en cuanto  amaba aquel rose.

Sus labios se soltaron, sus jadeos chocando uno con el otro, despacio fue abriendo sus ojos Jaejoong, levanto su mirada encontrándose con la mirada de Yunho, sostuvo su mirada por unos segundos para luego lentamente alejarla de el, bajo su mirada y volteo su rostro llevando su mirada por detrás de su hombro dándose cuenta que el frio que empezó a sentir desde hace unos segundos en su nalga provenía de la cómoda que tenia tras suyo.

Yunho llevo su mano al rostro de Jaejoong y tomándolo de la barbilla lo volteo para qué lo mirase; aun los jadeos no se iban de sus labios.

Los dedos de Yunho se deslizaron acariciando los bordes de los labios de su amado para luego atrapar sus labios y besarlos; Jae llevo una de sus manos y la puso sobre la cómoda mientras la otra aun seguía reposando en el hombro de Yunho, un jadeo fuerte escapo de sus labios en cuanto sintió el poder de Yunho latiendo entre sus piernas, pero sus labios fueron silenciados por la boca de Yunho quien atrapo nuevamente sus labios, pocos minutos después Yunho  libero sus labios dejando su rostro muy cerca al suyo.

Se miraron, Jaejoong entendía muy bien lo que estaba a punto de pasar y no podía negar que el también lo deseaba.

-No será muy cómodo… – Susurro entre Jadeos Yunho – pero…

-Está bien…- dijo interrumpiéndolo pues no le importaba ya donde lo tomaba solo quería que lo hiciera, que lo amara, necesitaba sentirlo.

-Entonces…- susurro Yunho acercando su rostro con la mirada en los labios de su amado los cuales se abrían lentamente para entregarse a los suyos.

Un beso profundo los unía, la presión de las caderas de Yunho y de su miembro hicieron que Jaejoong sepárese sus piernas y que una de ellas se flexionara y se envolviera tras la pierna de él, las manos de Yunho se deslizaron por su cintura para luego acariciar su espalda deslizándose a la cintura otra vez donde una de sus manos se aferro fuerte y la otra lo sostuvo de la cadera.

Lentamente jaejoong separo sus labios de los de su esposo, tiro su cabeza hacia atrás arqueándose gimió pues el poderoso e hinchado miembro de Yunho latía y presionaba su entrada.

Yunho llevo una de sus manos por detrás del cuello de su amado y lo atrajo hacía si, jae con los labios separados jadeaba, se perdía en la mirada de Yunho, este acerco su rostro abriendo sus labios para estrechar los de su amado otra vez, Jaejoong cerró sus ojos pero luego de unos segundos al no sentir los labios de Yunho sobre los suyos abrió sus ojos encontrándose con los labios de Yunho cerca a los suyos pero sin rosarlos.

Jaejoong lo miro a los ojos.

-Ah…-gimió  al sentir la presión en su entrada la cual también latía, jadeo deslizando sus manos por el pecho de Yunho y sosteniendo su mirada, el sonrojo tiño levemente sus mejillas y cuando creyó que los labios de Yunho ya se acercaban para tomar los suyos se sorprendió cuando sintió aquellos labios  sobre su mejilla, la conmoción lo invadió acelerando mas su corazón y dejando caer una lagrima.

Yunho llevo su mirada al rostro de su amado y susurro:

-Estás listo para tenerme completamente…

Perdido en su mirada jaejoong no podía hablar solo asintió con su cabeza creyendo que Yunho le estaba preguntando, pero el solo estaba afirmando que ahora podía poseerlo  sin reprimirse, tenía pensado darle todo el placer que su cuerpo podía dar.

Yunho sonrió quitando la lágrima que se deslizaba por la sonrosada mejilla de su amado y luego estrecho sus labios, lo aferro de la cintura mientras su otra mano se deslizaba por esas anchas caderas en busca de aquella pierna que aun estaba flexionada y aferrada a la suya, lo acaricio en cuanto tuvo su muslo sobre su mano, lo acaricio recorriéndolo, deslizándose hasta su cadera donde se detuvo y se aferro, la mano que permanecía sosteniendo la pequeña cintura se deslizo tocando la nalga que parecía hinchada pues el borde de la cómodo presionaba  sus nalgas haciéndolas más grandes, al percatarse Yunho que sus caderas presionaban demasiado las de Jaejoong soltó sus labios dejando un poco de espacio entre ellos, con ambas manos lo sostuvo de las caderas y lo levanto sentándolo  al filo del borde de la cómoda, jae se aferro a su cuello con ambas manos las cuales cruzo mientras yunho le abría bien las piernas para estar entre ellas, rápidamente sus labios se buscaron y se estrecharon, soltándose y volviéndose a estrechar profundizando los besos, rosando y entrelazando sus lenguas.

El erecto miembro de Yunho rosaba la húmeda entrada de su amado quien se arqueo al contacto y gimió mientras Yunho deslizaba sus labios por su mentón y recorrió su cuello, con ambas manos Jae enredo sus dedos en el cabello de Yunho pegando más los labios de su esposo a su cuello.

Su corazón parecía estar a punto de salir de su pecho mientras un dolorcito se iba apoderando de su entrada que latía ante el rose de aquel miembro. Deseo gritar, quería hacerlo, se mordió el labio cuando sintió que iba hacerlo pues ya no aguantaba más, quería tener a Yunho dentro de él, quería pedirle que lo metiera.

-Yu…Yuahhh.. – Gimio y Yunho  atrapo sus labios, lo sostuvo de la cadera mientras su otra mano se deslizaba por su muslo y se detuvo por debajo de su rodilla de donde empezó a levantar hasta que el pezón de Jaejoong casi rosaba con su rodilla.

En cuanto tuvo sus labios libres Jae llevo una de sus manos y la puso sobre la suave y lisa cómoda mientras la otra aun se aferraba al hombro de Yunho.

-AHH…-Gimio cerrando sus ojos y girando su rostro hacia el costado quedando de perfil; tenia la punta del pene de Yunho dentro suyo. Abrió sus ojos despacio y llevo su mirada a su esposo quien lo observaba jadeando, Jae fue bajando su mirada y antes que pudiera alcanzar ah ver el miembro de su esposo, Yunho movió suavemente su cadera haciendo que los labios de su amado se abrieran y tirara su cabeza hacia atrás, Jae bajo su otra mano y la reposo en la cómoda mientras se arqueaba, gimió fuerte.

Soltando la pierna de Jae, Yunho lo tomo del brazo y lo jalo acercándolo a el mientras su otra mano rodeaba su cintura atrayéndolo, lo invistió fuerte metiéndose completamente dentro de el, besándole el cuello mientras Jae tenía la cabeza hacia atrás y los labios totalmente separados, su cuerpo se estremeció, Yunho deslizo su mano por su espalda levantándole la cabeza, empezó a embestirlo suavemente, las manos de Jaejoong aferradas a su hombro, lo presionaban mientras los gemidos se apoderaban de esos dulces labios que Yunho tanto deseaba.

Entre abrió sus ojos y pudo ver la lengua de Yunho acercándose a sus labios, cerro nuevamente sus ojos sintiendo el miembro de Yunho entrando y saliendo de el, gimió contra los labios de Yunho , unos segundos después Yunho le mordía el labio inferior aumentando el placer, le invadió la boca con su lengua.

Jaejoong se estremecía sintiéndolo, su cuerpo ya no era suyo, tenía a Yunho apoderándose de cada parte de el.

Moviendo suavemente sus caderas lo envestía una y otra vez sintiendo el interior de su amado presionándole el miembro, engulléndolo, Yunho deslizo su mano por la cintura de su amado y con la otra lo sostuvo de la espalda mientras le liberaba los labios y paraba las envestidas.

Sus gemidos chocaron uno con el otro cuando separaron sus labios los cuales se abrían y cerraban con la respiración acelerada.

Jaejoong presiono con ambas manos el pecho de Yunho; tenia la mitad del pene de su esposo dentro suyo, su cuerpo tembló.

Poco a poco sus miradas se fueron encontrando, la mirada de Yunho fija, fuerte, tan penetrante que le costaba sostenerla pues sentía que le desnudaba el alma, que podía saber lo que pensaba, lo que sentía.

-Estas…bien...-Susurro Yunho y su amado solo pudo asentir levemente con su cabeza pues le costaba mucho pronunciar  palabra alguna, su respiración era entrecortada necesitaba mucho aire.

Yunho acerco sus labios y le dio un suave beso sobre los suyos, luego su mejilla, el costado de su cuello, Jae se arqueo tirando su cabeza hacia atrás dejando que el recorriera su cuello, sosteniéndolo de la espalda Yunho deslizo sus labios hasta llegar a los erguidos e anchados pezones los cuales uno a uno fue succionando provocando que gimiera y que arqueara mas su espalda.

Lo recostó sobre la cómoda cuando libero el pezon, Jae abrió sus ojos y se retorció cuando  Yunho lo envistió profundamente,  lo tenía sostenido de las caderas mientras lo iba penetrando, el cuerpo de jae se movía al compas de la penetración, se retorcía con cada envestida que le arrancaba  gemidos de los labios, llevo sus manos a sus propios cabellos para luego estirar sus brazos muy por encima de la  altura de su cabeza aferrándose al borde de la cómoda.

El interior de Jaejoong iba amoldándose al hinchado miembro que se frotaba contra sus húmedas paredes, gimiendo con los ojos entre abiertos, arqueándose bajo sus manos por su propio cuello, deslizándolas por su pecho mientras se retorcía, continuo deslizando sus manos y al llegar a sus caderas se aferro a la muñeca de Yunho y giro su rostro pegando su mejilla a su hombro se arqueo abriendo sus labios totalmente pues las envestidas eran cada vez más rápidas y profundas.

La imagen que Yunho tenía frente suyo, de su amado disfrutando y retorciéndose ante su invasión lo excitaba cada segundo haciendo que sus roncos gemidos opacaran por momentos los de su amado quien gemía y se retorcía sin parar, Jae soltó las muñecas de Yunho y llevo una mano al borde de la cómoda donde se aferro fuerte y con la otra atrapo la  cortina de la ventana que estaba muy cerca.

Su pecho se elevaba mientras su espalda se arqueaba, sintiendo el orgasmo se soltó y  llevo ambas hacia la altura de su cabeza para aferrarse al borde de la cómoda  pero antes de que lo lograra sus entre abiertos ojos de pronto se abrieron grandes al mirar las palmas de su manos.

Un fuerte grito salió de los labios de Jaejoong quien bruscamente se giro quedando de costado y  provocando que Yunho casi callera al piso por la brusca separación que sufrió su miembro  con la entrada de Jaejoong.

Con una de sus  manos pegada en la pared Yunho vio como su amado temblaba y se ponía en posición fetal, no entendía que pasaba, separo su mano de la pared y escucho el llanto de su amado. Rápidamente se acerco a el; Jaejoong tenía los ojos cerrados fuertemente con las manos cerradas en puños en su pecho, un fuerte escalofrió invadió el cuerpo de Yunho mientras en su mente se dijo “QUE  E HECHO”, se culpo.

-Jae….-Yunho lo llamo  para que lo mirase, el no podía dejar de pensar que lo había lastimado – que pasa mírame…-Yunho dijo poniendo su mano en su mejilla, Jae abrió sus ojos y empezaron a salir las lagrimas.

-Sa…-Balbuceo asustado –…Sangre…- dijo y cerro sus ojos.

-Qué?...-Yunho Dijo sorprendido y entonces pensó que realmente que lo había lastimado, se acerco y no vio sangre entre las piernas de Jaejoong ni en ninguna parte de su cuerpo.

-Donde…-Yunho susurro alarmado y se acerco nuevamente a su esposo, puso su mano sobre su hombro y este abrió sus ojos – Donde? – le pregunto.

-en…-Dijo despegando sus manos de su pecho y le mostro las palmas pero antes cerro sus ojos para no ver.

Yunho miro las manos de Jaejoong pero ahí no había nada.

-No hay sangre…

Los ojos de jaejoong se abrieron al escucharlo, llevo su mirada a sus manos y tal como Yunho había dicho ahí no había sangre; no entendía que pasaba hacia unos segundos había visto sus manos bañadas con sangre, mantuvo su mirada fija.

-Jae…-Yunho lo llamo atrayendo su mirada – Ven…-Dijo acercando sus manos para ayudarlo a levarse, lo sostuvo de los brazos, lo sentó y lo abraso.

-Pero…yo…- balbuceo Jaejoong sorprendido, estaba seguro de haber visto sangre.

-Ya no digas mas…-Yunho le acaricio el cabello mientras lo abrazaba, se sentía culpable  por lo que le había pasado a su esposo, lo alzo en sus brazos y lo llevo hasta la cama donde lo dejo recostado y se recostó a su lado para calmarlo.

-Descansa…-Susurro Yunho al besar su frente.

-Pero…

-No…-Yunho susurro poniendo su dedo sobre los labios de Jaejoong para que no dijera mas – Duerme…-susurro.

No quería dormir, solo quería entender que le había pasado, había sido tan real la sangre en sus manos, cerro sus ojos para tratar de olvidar.

-Si mi amor, duerme…- susurro  Yunho al verlo cerrar sus ojos, acaricio su rostro y cubrió el cuerpo desnudo de su amado con la sabana.

-No quiero dormir…- Jae susurro abriendo sus ojos.

-Necesitas descansar…obedece por favor…- Yunho le rogo acariciando su mejilla.

Por más que no quería Jaejoong no pudo resistir y fue poco a poco que sus ojos se fueron cerrando, la pesadez en ellos fue más fuerte que el.

Yunho mientras vigilaba su sueño y se culpaba por lo sucedido. Estaba convencido de que el había ocasionado que su esposo viera sangre en sus manos, no podía perdonarse el no haberse controlado, el no haberse reprimido, el no haberlo cuidado. Entendió que Jaejoong aun no estaba preparado para ese tipo de entrega.

-No volverá a pasar mi amor…- susurro dando un beso en la mejía de su amado – lo prometo.

* * *

Cinco horas más tarde Yunho se había vestido y estaba recostado sobre el  sofá, fumaba un cigarrillo, mientras observaba atreves de la transparente tela que rodeaba su cama; su amado dormía aun y eso lo tranquilizaba, no podía dejar de pensar en lo sucedido,  buscaba la manera de evitar que volviera a pasar, temía  que no pudiera controlarse si lo volvía a tocar o si Jae lo tocaba a el.

Sabía bien que el propósito de Jaejoong era embarazarse para poder regresar a su lado lo más pronto posible, el se había empecinado en no recurrir a sus influencias para lograr tenerlo de vuelta.

Apago su cigarrillo en  el cenicero, después de haber tomado una decisión, mirando el cenicero se pregunto así mismo.

-Y ahora como te rechazo...  – susurro volviendo la mirada hacia su esposo, pues debía evitar tocarlo –...sin lastimarte – susurro con una sonrisa amarga, sabía que si  intentaba rechazarlo heriría los sentimientos de su amado.

Dos golpecitos en la puerta hicieron que Yunho rápidamente se acercara a abrir.

-Oh no quise molestar pero…- Dijo la nona algo nerviosa.

-No te preocupes…- Dijo Yunnho regresando a su sofá, al no escuchar los pasos de su nona tras de el volteo, ella aun permanecía parada sin entrar al dormitorio.

Inmediatamente Yunho entendió que algo pasaba y se acerco otra vez hacia  la puerta.

-Que sucede?…- Pregunto percatándose del nerviosismo de su nona.

-Ella…esta aquí…- Contesto la nona muy despacio.

-Ella?...Quien?...

-Su prima...le pedí que se fuera pero no quiere – Dijo asustada la nona entendiendo que Go ah ra había sido la culpable de las lagrimas que Jaejoong derramo la noche que llegaron – Se empeña en verlo…

-No puede ser…- Yunho dijo mientras agarraba con fuerza la puerta  - Dile que la veré pero no dejes que entre a la casa…

-Si…- Dijo volteándose apurada para salir a su encuentro.

-Espera…- Yunho la detuvo – después regresa y por favor prepara alguna bebida que mantenga a Jaejoong relajado.

-Quiere que lo mantenga dormido…- La nona susurro, sabiendo que Yunho se refería a las yerbas que provocaban somnolencia.

-Si, por favor – Susurro bajando su mirada.

-Está bien – Dijo la nona y desapareció de la vista de Yunho.

-Gracias – susurro entrando nuevamente en la habitación abrocho los botones de su camisa mientras observaba a su amado dormir.

-Solo esto me faltaba - Susurro molesto al saber que su prima se había atrevido a buscarlo, tenía que evitar que Jaejoong se enterara de aquella visita ya que lo pondría nervioso y reviviría los celos y la inseguridad en su amado, hacia muy poco se habían amistado no podía permitir que volviera a confundir a su esposo.

-Lo espera en la entrada…- Susurro despacio la nona entrando a la habitación; en sus manos sostenía una bandeja de metal donde llevaba  un bello jarrón, un vaso de cristal y una bajilla blanca que contenía un recipiente de cristal donde unas cuantas cerezas estaban sumergidas en miel, Yunho volteo a mirarla y asintió con su cabeza pasando por su lado, cruzo la habitación, antes de salir volvió la mirada a su nona.

-Si despierta, por favor dale un poco de beber, no me tardo – Dijo y salió.

* * *

En el interior del carruaje de su tía Go ah ra esperaba por él, miraba por la ventanita la entrada de la mansión, al divisarlo se apresuro a acercarse a la puerta del carruaje para bajar; no tenía pensado esperar a que el cochero le ayudara a bajar.

Yunho se acerco al carruaje alzo su mano y el cochero al verlo entendió que no debía bajarse, el mismo abrió la puerta del carruaje y ahí frente a él su prima lo miraba sorprendida.

-Oh gracias…- Dijo ella al creer que Yunho le iba ayudar a bajar, pero este no contesto y subió al coche, ella retrocedió ante el avance de Yunho y se sentó de golpe en su asiento.

-Que haces…

-Que haces tú aquí?...no te quedo claro que no quiero verte…- Dijo molesto sentándose frente a ella.

-Bueno ayer me abandonaste en aquel lugar…donde más puedo ir…- Explico rápidamente, Yunho llevo una de sus manos a su cabello no podía creer que tuviera el descaro de hablar como si sus acciones no le hubieran hecho daño.

-Vuelve con  mi tía… tu no debiste venir nunca…-Dijo molesto, furioso – No te expongas mas, sabes bien que ahora no quiero verte.

-Vine porque tu tía me lo suplico… – Mintió sin re mordimiento, con la mirada en el piso – ella está muy mal por el escándalo de los esclavos y sobre…-Dijo levantando su mirada.

-Sobre qué?...-Yunho Pregunto mirándola – contesta…- Exigió.

-Bueno…ya sabes, no ha nacido tu primogénito, o mejor dicho no lo han podido concebir…- susurro mirando por la ventana del carruaje, sus palabras enfurecieron mas a Yunho, pero logro controlarse.

-Por favor vete ya…a mi tía le escribiré para que se calme…- Dijo  levantándose para salir del carruaje.

-No!!...-Casi grito mientras se aferraba a su brazo, Yunho agarro su mano y la alejo.

-Yo puedo ser quien…

-No te atrevas a decir una insensatez  – Dijo el tomándola del cuello – solo una persona traerá mis hijos a este mundo y nunca  serás tú – Mascullo las últimas palabras con desprecio, ella cayó sobre el asiento en cuanto Yunho le libero el cuello, puso ambas manos sobre su cuello mientras lo miraba por la ventanita.

De un salto Descendió del carruaje y sin voltear la mirada atrás ordeno al cochero que llevara a la Sra. Go ah ra de regreso con la duquesa.

* * *

Al entrar en la habitación Yunho llevo su mirada a su alcoba, observo que su amado aun dormía, eso lo tranquilizo, se acerco despacio y se detuvo al llegar a uno de los  postes al  pie de la cama.

-Mi niño…- Dijo la nona atrayendo la mirada de Yunho; ella sostenía el cenicero sabía bien que Yunho solo fumaba cuando estaba muy preocupado y hacía mucho tiempo que no lo veía fumar.

Yunho se acerco a ella y sentó en el sofá sin decir una palabra. Miro fijamente el fuego arder en su chimenea la cual había sido prendido por su nona mientras él estaba conversando con su prima.

-Pensé que las cosas entre ustedes ya se habían arreglado – Dijo sentándose a su lado.

-Yo también creí que…

-Oh…Yunh…- Se escucho suavemente  y tanto la nona como Yunho llevaron su mirada a la cama, Yunho se levanto del sofá y se acerco, Jae se había despertado, el se detuvo al pie de la cama mientras que su nona se acerco mucho mas y se sentó sobre la cama.

-Debes tener hambre, te traeré algo…

-No…por favor, no tengo hambre…-Dijo mirando a Yunho, este le sonrió y se acerco, mientras la nona se levantaba en busca del jarrón que había traído.

-Amor creí que ya habíamos hablado antes sobre tu alimentación…- Dijo tomando la mano de su amado.

-Ahora no quiero…-Susurro Jaejoong.

-Un poco de agua?…- La nona dijo acercándose y Jaejoong negó con su cabeza.

-Estas siendo descortés…- Yunho le regaño intentando que el aceptara tomar un poco.

-Lo siento nona…-Susurro Jae.

-No te preocupes…lo dejare por si te da sed, los dejo…

-Gracias…- Dijo Yunho sin quitar la mirada del rostro de su esposo.

El sonido de la puerta los dejo saber que se encontraban solos en la habitación, había llegado el momento que Yunho temía.

Jae se sentó y abraso a Yunho, pero este no pudo corresponder cerro sus manos en puño al no poder tocar su desnuda espalda, llevo ambas manos y sujeto los brazos de Jaejoong separándolo de él.

-Jae no debes levantarte con tanta brusquedad – Dijo mientras sus miradas quedaron fijas la una en la otra.

-Que dices…estoy bien…- susurro y unos segundos después entendió que Yunho estaba preocupado por lo que había pasado en la mañana – estoy bien…- volvió a decir en un susurro.

-Es mejor que sigas descansando – Susurro ante la cercanía y el aroma que emanaba  Jaejoong, un aroma que lo atraía.

-Que?...no…- Dijo este llevando ambas manos al hombro de Yunho y acercando sus labios a los de el.

Sin poder alejarse Yunho recibió sus labios y los estrecho en un suave y dulce beso – Por favor bebe un poco del agua que mi nona trajo…- Dijo levantándose dejando a Jae con la necesidad de sentir más sus labios.

Yunho lleno el vaso de cristal y lo sujeto para llevarlo y hacer que Jae lo tomara, mientras su esposo bajo la mirada percatándose que Yunho estaba distante.

-Bébelo…-Dijo Yunho sentándose y poniendo el vaso cerca de el, Jae lo miro y negó con la cabeza.

-Me doy cuenta…-Susurro triste - … si es por lo…

-No hablemos de eso…- Yunho lo interrumpió.

Sus palabras le confirmaron que realmente Yunho estaba alejándose  por lo que había sucedido en la mañana, Jaejoong se lamento  por lo sucedido pero sabía que no podía haber sido de otra forma, estaba seguro de haber visto sangre en sus manos.

-No…-Dijo nervioso cuando Yunho puso el vaso de cristal cerca de sus labios -… no quiero - susurro triste mirándolo a los ojos.

Yunho bajo su mirada incapaz de soportar ver la tristeza en los hermosos ojos de su esposo.

-Yo quiero…-Susurro Jae muy despacio y antes de que Yunho pudiera evitarlo Jaejoong pego sus labios a los suyos aferrándose con ambas manos a su hombro, se besaron.

Jae tenía claro que debía aprovechar todo el tiempo que tenia para lograr embarazarse, así que no tenía pensado dejar que lo sucedido en la mañana sea un obstáculo.

 La necesidad en sus labios se incrementaba con cada rose, con cada beso, pero la voluntad de Yunho fue capaz de vencer a su necesidad y sujetando del brazo a Jae obligo a sus labios la dolorosa separación.

-Por que?…-Jaejoong susurro con las lagrimas asomándose.

-No puedo…- Susurro Yunho en respuesta, tomo aire dándose fuerzas para poder pronunciar las palabras que sabía lo lastimarían -…te suplico que no vuelvas hacer eso…-Dijo prohibiéndole que lo besara.

-Que!...-Dijo Jae con las lagrimas cayendo por sus mejillas.

-Entiende por favor…

-No…no entiendo…no quiero entender…- Dijo entre lagrimas jalando su brazo para que Yunho lo soltara y pudiera moverse libremente.

Rápidamente se acerco y se aferro a  Yunho , pero el  esta vez no lo alejo dejo que Jae consiguiera sus labios, lo sujeto del rostro y correspondió a sus besos, sabía que Jae no entendería así que debía obligarlo a beber del vaso que aun tenía en su mano.

Los labios de Yunho fueron dominando, dejando por breves segundo libres los labios de su amado, se deslizo por su mentón para luego recorrer su cuello, deslizo su mano por la nuca de su amado hasta llegar al hombro y despegando sus labios lo obligo a recostarse, rápidamente Yunho tomo del vaso de cristal y manteniendo el liquido en su boca llevo sus labios a los de Jae quien poco pudo hacer para evitar beber, solo un poco del agua se deslizo por la comisura de sus labios, pero estos fueron lamidos por Yunho quien volvió a atrapar los labios de su amado, ya había logrado lo que quería y pronto el se quedaría dormido.

-Lo siento cariño pero lo necesitabas…-Susurro Yunho dejando de besarlo.

Con los jadeos en los labios Jaejoong puso su mano en su cuello y lo jalo para que siguiera besándolo, sin resistirse Yunho volvió a corresponderle, debía hacerlo al menos hasta que se durmiera, correría el riesgo ya que sabía que una vez dormido el sufrimiento por no poder tocarse acabaría.

Pronto Yunho estuvo sobre el cuerpo semidesnudo de Jaejoong quien solo tenía una sabana cubriéndolo de la cintura para abajo, el dolor en su miembro lo hizo reaccionar estaba pasando el limite, no iba poder mas, despego sus labios, alejo la mano de Jaejoong la cual había estado acariciando su  pecho,  jadeando le advirtió.

-No…No me toques… porque te are daño…-Susurro despacio sus últimas palabras, con dolor, luchando contra sí mismo, separándose de su amado para no ser vencido por la necesidad de poseerlo y por el dolor palpitante en su miembro.

-Yunho…-Susurro Jaejoong parpadeando para no cerrar sus ojos, porque se sentía con tanto sueño, no lo entendía, levanto su mano y Yunho lo sostuvo, este iba ser su último esfuerzo, pego sus labios a su mano y le dejo un beso.

Sin fuerzas, Jaejoong no pudo evitar que el sueño le ganara, sus ojos se cerraron lentamente con la imagen de Yunho besando su mano y sus últimas palabras sonando en su cabeza.

“NO ME TOQUES POR QUE TE ARE DAÑO, Que Dios te ayude si lo haces”

Dejo la mano de Jaejoong cuando este finalmente se durmió,  cubrió el cuerpo de su amado con la sabana y se alejo, camino hasta el sofá y se recostó, con un  gesto de dolor en su rostro, tomo un cigarro y encendió rápidamente, el dolor entre sus piernas no se iba dolía y palpitaba, la necesidad por tenerlo era tanto que lo asustaba.

Fumo su cigarro pero esto no lo calmaba así que lo apago en  el cenicero y cerrando sus ojos con fuerza soporto el dolor en su cuerpo, en su corazón.

* * *

Junsu alistaba en la cocina los alimentos que llevaría para el y Yoochun, el le había pedido que comieran en el campo, quería llevarlo fuera para pasear y ayudarlo a relajarse.

-Diviértanse mucho…-Dijo la esclava negra cuando termino de ayudar a Junsu.

-Gracias…-Contesto él con una sonrisa y acercándose para tomar el asa de la canasta pero antes de que pudiera hacerlo Yoochun lo tomo y lo levanto, Junsu sorprendido volteo encontrándose con su amado.

-Vamos…-Dijo Yoochun tendiéndole la mano.

-Si…- contesto asintiendo con la cabeza y sujetando su mano salieron de la cocina.

Afuera el coche está listo esperándolos, Yoochun ayudo a subir a Junsu para luego darle el alcance y sentarse a su lado, pronto el cochero emprendió el viaje.

-Gracias…-Junsu susurro mirando a Yoochun, se sentía muy feliz por todos los mimos que el de daba.

Yoochun sonrió y poniendo su mano sobre el vientre de Junsu para acariciarlo, acerco sus labios y lo beso suavemente.

-Yo soy quien debe dar las gracias…-Susurro y lo volvió a besar.

El carruaje se detuvo y ambos tuvieron que alejar sus labios.

-Que?...Llegamos? – Junsu pregunto, Yoochun miro por la ventanita.

-Si…-contesto.

-Yoochun!!...-Junsu protesto.

La trayectoria había sido corta, Yoochun le había dicho que irían a una colina no muy lejos de su mansión, el se había empecinado en que era mejor ir en carruaje siempre se preocupaba por Junsu y no quería que caminara mucho.

-Si lo sé…exagere un poco...lo siento – Dijo y sonrió, provocando que Junsu también sonriera.

-Vamos…-Dijo Yoochun sujetando la mano de Junsu para ayudarlo a bajar.

Junsu podía ver la hermosa colina que su amado Yoochun le había comentado, estaba muy emocionado por llegar ahí y pasar la tarde juntos, camino adelantándose pero pronto sintió la mano de Yoochun en su espalda, el no tenía pensado dejarlo ir por delante, quería estar cerca y cuidarlo.

-Hermoso…-Susurro Junsu cuando llegaron, se sentó sobre la manta que Yoochun tendió sobre el pasto y juntos comenzaron a sacar los alimentos que traían en la canasta.

Después de haber sacado todo de la canasta y de haberlo acomodado sobre el mantel Yoochun extendió su mano para ayudar a Junsu y que este se sentara entre sus piernas, pego su espalda en el pecho de Yoochun mientras este se recostó sobre el árbol, juntos comían los bocaditos del mismo plato contemplando el hermoso paisaje.

Yoochun se sentía muy feliz aquel día, a pesar del escándalo en el cual se veía involucrado tanto el cómo su amigo Yunho por la liberación de los esclavos, aquel día estando al lado de su amado en aquella colina le hacía olvidar todo, se sentía fuerte y deseaba con todo su corazón que Yunho pudiera tener esa felicidad pronto.

* * *

Agitado y con el dolor aun en su cuerpo Yunho despertó, se había quedado dormido en el sofá gracias a la bebida que su nona preparo y el cual no pudo evitar tomar un poco cuando obligo a su esposo a beberlo.

Se sentó y observo la cama,  Jaejoong dormía, eso lo tranquilizaba, pronto seria de noche, el sol ya se estaba ocultando podía saberlo por la oscuridad de su cuarto, solo algo le preocupaba aun el calor de su cuerpo y el dolor es su parte baja no se había ido.

-Maldición…-Susurro molesto consigo mismo – que me pasa…-Dijo cerrando sus ojos, no podía creer que estaba perdiendo el control, es que acaso se había reprimido tanto que ahora le era imposible continuar, se preguntaba.

Alejando la mirada del lugar donde su amado dormía, se levanto, y sin mirarlo camino, necesitaba ducharse.

* * *

Una sombra se cernió sobre Jaejoong. La imagen de Yunho pesaba sobre sus párpados,  su vientre, sus muslos. Instantáneamente se despertó, con el corazón latiéndole con fuerza y la respiración entrecortada.

La puerta del cuarto de baño se cerró suavemente. Una delgada línea de luz blanca iluminó la ranura entre el suelo y la puerta. Yunho se había alejado.

Echando las mantas hacia atrás, Jaejoong salió de entre las sábanas de lino. Sus pezones se endurecieron. A causa del frío, se dijo, pero sabía que era por el miedo.

Jaejoong  sentía miedo de desempeñar la parte que le correspondía esa noche, pero lo haría. Iba a li­berar a Yunho.

Las llamas anaranjadas y azules lamían los leños ennegrecidos. El fuego se estaba extinguiendo.

Jaejoong se había estado apagando desde que su padre lo había alejado de Yunho estaba a merced de un padre frío y poco cariñoso.

La bajilla  blanca de boca ancha sobre la mesita de no­che parecía una mancha pálida en la tenue luz. Era toda la luz que Jaejoong necesitaba.

Estiró la mano y sus dedos aferraron...Metal, la soltó y tomó el recipiente de cristal. Con dedos temblorosos, tomo la cereza y lo paso por sus labios, después  colocó con cuidado el recipiente sobre la mesita. Sintió el impacto del vidrio al chocar contra el metal en la espina dorsal.

Jaejoong había puesto la miel de las cerezas en sus labios. Esperaba que su determinación fuera más certera que su coordinación.

Se levanto y sintió el suelo de madera pulida, estaba frío. Acercándose a la puerta del cuarto de baño recordaba que Yunho le había pedido que no lo tocara; él quería hacerlo.

Que Dios te ayude si lo haces, había dicho Yunho. Porque él no podría hacerlo.

Jaejoong abrió la puerta del cuarto de baño. Sintió cómo Yunho se ponía alerta en el instante mismo en que entró.

Una mano larga y elegante emergió de la ducha, ha­ciendo girar un grifo. El agua se deslizó en silencio; el ba­ño estaba envuelto en vapor, Jaejoong avanzó.

Yunho tenía el rostro vuelto hacia el disco de la ducha, el cabello tan lacio y oscuro. El agua caía por su espalda musculosa, sus firmes nalgas y sus largas piernas. Era hermoso. Mucho más hermoso de lo que lo había apreciado antes.

Yunho sabía que Jaejoong había entrado en el cuarto de baño, y que lo observaba. También supo lo que pensaba hacer.

Bajó la cabeza lentamente. El pelo mas oscurecido por el agua se pegó a su nuca, moldeándola.

-Podría matarte si me tocas, Jae.- La voz de Yunho era distante; la tensión atravesó el agua y el vapor cada vez más denso.

-Yo no estaría aquí, Yunho, si tu no quisieras que te tocara - contestó Jaejoong con gran tranquilidad. Y sabía que era cierto.

- ¿Sabes  qué no quiero que estés aquí? - La voz de Yunho rebotaba como un eco en aque­lla gruta de cobre, superponiéndose al sonido de la caída monótona del agua.

-No - respondió Jaejoong con franqueza; creía que él le necesitaba.

-Significa entonces que no me temes.

No…. - Contesto pero no le  cabía duda de que si lo haría - No lo sé.

-Deberías temer como lo hago yo - declaró Yunho en medio del vapor denso mientras el agua se deslizaba sobre su cuerpo - No quiero que tengas… dolor.

-No he sentido Dolor, Yunho… - Jaejoong sabía que precisaría algo más que simples palabras para convencer a Yunho de la verdad de su afirmación.

El vapor emanaba espe­so de la mampara de cobre, introduciéndose en la nariz y el pecho de Jaejoong.

-Si me tocas te haré daño. Y te aseguro, Jaejoong, que puedo hacerte daño de la manera que nunca te imaginarías -  las últimas palabras le dolieron decirlas pero solo creía que asustándolo lograría que desistiera.

La emoción oprimió el pecho de Jaejoong hasta que no pudo respirar por la presión y el vapor. El temor era palpable, pero había algo más por encima de él.

Yunho sufría. Y él tenía el poder para poner fin a su sufrimiento. Si tenía el valor suficiente.

-Te amo - dijo Jaejoong suavemente, repitiendo como un eco palabras que ya habían sido pronunciadas por Yunho... por Jaejoong.

-¿Me amas, Jaejoong a pesar de que te eh lastimado? - preguntó Yunho sin curiosidad en la voz, con el agua derramándose sobre él.

Su voluntad por alejarlo, por evitar que estuviera cerca estaba siendo vencida, aun cuando tenía la imagen en su mente de su amado recostado sobre aquella cómoda acurrucado y adolorido, se sentía tan culpable  que no quería verlo así otra vez, pero sentía que no podría resistir más a su cercanía, al menos no en ese momento en el cual no había logrado enfriar el calor que le quemaba.

-Sí - afirmó Jae con determinación - Te amo…lo hago no importa que…- Susurro sin terminar la frase.

Su respuesta le contrajo el pecho pues sabía lo mucho le amaba pues de lo contrarío, el no estaría ahí en su cuarto de baño buscando su contacto.

Yunho giró tan rápidamente que el movimiento le cortó la respiración a Jaejoong. O quizás fue el hecho de verlo completamente desnudo.

El agua se adhería a sus pestañas, se deslizaba por su mentón, caía,  descendía como una flecha hasta su entrepierna. Jaejoong lo miró fijamente. El miembro de Yunho estaba erecto. El agua saltaba de la punta bulbosa de su sexo hinchado.

Los músculos de su entrada se contrajeron de deseo. Lo había visto fugazmente en la mañana, mientras le colocaba sobre la cómoda, y aún más brevemente cuando se le acercó para meterlo dentro de el.

Ahora lo tenía ante él. Sus testículos se balanceaban bajo una mata de vello tan oscuro por el agua.

“Podría hacerte daño de maneras inimaginables” vinieron las palabras antes pronuncias por Yunho a su mente.

Jaejoong había elegido estar ahí y romper la distancia que los separo y que los hizo sufrir en la mañana.

Lentamente, Jae alzó las pestañas. A través de las volutas de vapor gris, la mirada de Yunho era tajante e intransigente.

Por primera vez, Jaejoong sintió que podía seducirlo, Trato de recordar lo que una joven esclava una vez le susurro al odio, le había dicho que la seducción con­sistía en pintar imágenes desnudas con palabras. Crear la ilusión de... un beso... una caricia... un abrazo.

-Mi padre prohibió que saliera de mi habitación…lo único que me consolaba era el recuerdo de tus labios… - dijo Jaejoong deli­beradamente mientras Yunho cerraba las manos en un puño -  Me gustaría besarte…-Declaro Jaejoong

.

Los únicos sonidos que podían oírse en el cuarto de baño eran el golpeteo del agua y los fuertes latidos del co­razón de Jaejoong. Muy despacio se acerco manteniendo la cabeza levantada para sostener la mirada de Yunho.

- Me gustaría abrazar tu cuerpo con el mío…- Con cuidado, se introdujo en la bañera de cobre. El agua caliente roció su cara, cayendo en sus pies -…Me gustaría tocarlo, Yunho.

*   *   *

Durante un segundo interminable, Yunho no pudo respirar, atrapado dentro de unos ojos  anhelantes mientras el agua caliente caía por su cabeza y sus hombros, deslizándose por su espalda, su pecho, su ingle, sus nalgas.

Cada centímetro de su cuerpo gritaba previniéndole. Si Jaejoong lo tocaba...

Unos dedos fríos aferraron el miembro erecto de Yunho.

Necesidad eléctrica.

Ira cegadora.

Él no quería aquello.

Pero Jaejoong no le había dado opción.

Agarrando bruscamente la muñeca de Jaejoong, Yunho lo metió de un tirón bajo el disco de la ducha; al mis­mo tiempo, lo hizo girar y lo empujó de frente contra la mampara de cobre.

Las manos de Jaejoong se aferraron a la mampara.

-Te prohibí...- masculló entre dientes, mien­tras el agua llenaba su boca, quemaba sus ojos, su pecho, sus muslos, cada centímetro de su piel que tocaba a Jaejoong—. Te prohibí que  me tocaras.

Pero lo había tocado.                              

-Me prohibiste en la mañana - Jadeó Jaejoong contra el agua que lo golpeaba, agarrándose a la mam­para de cobre - , y no lo hice. He cumplido.

Pero no era así. Lo había tocado con su pasión y su placer.

Yunho podía sentir el miedo de Jaejoong, olerlo por encima de su deseo; había sentido miedo cuando en­tró en el cuarto de baño. Y su temor le había revelado sus planes.

Jaejoong había planeado liberar a Yunho de su culpabilidad. Pero él no quería que fuera así.

Yunho presionó su cuerpo contra el de Jaejoong, ro­deando con sus dedos sus suaves brazos, aprisionándolo con los muslos, haciendo que sintiera en la grieta de sus nalgas toda la longitud de su miembro. Dejó que  notara su dureza, su fuerza. La vulnerabilidad de Jaejoong.

-¿Esto es lo que quieres, Jaejoong? - susurró mien­tras el agua azotaba su piel.

Jaejoong giró su rostro, con la mejilla derecha con­tra el cobre resbaladizo. El agua se deslizaba por el rostro de él, caía sobre la mejilla izquierda de Jae, le pegaba el ca­bello a la cabeza, a la oreja, a su frágil cuello.

-Sí - dijo sin ceder al miedo - Quiero que me toques.

Lo había tocado la noche anterior, pero no había sido suficiente. Para Jaejoong. Para Yunho.

-¿Cómo quieres que te toque? - murmuró Yunho seductoramente, sabiendo cómo complacer, cómo lastimar. No quería lastimar su cuerpo pero sabía que lastimaba su alma - , ¿Quieres que te toque con amor, o quieres que te toque con pasión, lujuria? - El agua se posaba en las pestañas de Jaejoong, arrastrándose por la mejilla.

-¿Hay alguna diferencia? - El vapor los envolvía. Insinuante. Provocador.

- Con Amor es más suave… - Yunho rozó la oreja de Jaejoong con sus labios; tenía una oreja pequeña, delicada, infinitamente vulnerable. Le quemaba los labios; la hendidura entre sus glúteos apretaba su Miembro -…Menos dolor  y fácilmente soportable la penetración.

Jaejoong  se puso rígido con aquel beso fugaz, desconfiando de su suavidad.

-La Pasión, La lujuria es más tosco, duro. - Yunho mordió delicadamente el borde de su oreja, y luego deslizó la lengua por su interior. El agua resbalaba sobre su rostro, su mentón, goteando sobre los hombros de Jae - Te gusta la rudeza. ¿Quieres que sea rudo, Jaejoong?

-Tu quieres?…- Jaejoong contesto con una pregunta. Con el pelo oscurecido por el agua pegándose a los labios de él.

Yunho apretó los dientes al recordar la imagen de dolor de Jaejoong en la mañana.

No quería eso para Jaejoong pero eso era lo único que Yunho le podía dar ahora.

El Cabello de Jae mojado pegado a los labios de él.

-¿Ta excita la idea? - dijo con voz suave, deliberadamente crudo.

-Y a ti? - insistió Jaejoong rodeado de vapor y de agua. Inocente. Jaejoong aun era inocente, anhelante.

- Dolerá - dijo con voz sedosa, acercando su mejilla a la suya hasta rozarla, con el pulso la­tiendo en los dedos que aprisionaban los brazos de Jae, su pecho encajado en su espalda y su miembro en toda su longitud instalado en la grieta de sus nalgas.

-Pero… da placer - insistió Jaejoong con obstinación.

Maldita sea mascullo Yunho en su mente.

-Sí – admitió Yunho en voz baja.

Jaejoong se apretó contra Yunho; verlo, tocarlo, for­mar parte de él, no quería  permanecer ajeno a Yunho.

-¡Quiero saberlo! – Contesto Jae.

Yunho recorrió la oreja de Jaejoong con la punta de su lengua; su miembro se ajustaba entre sus nalgas.

-¿Qué quieres saber, Jaejoong?

- Quiero saber qué se siente - El recuerdo traspasó el calor del agua que azotaba su cuerpo y la suave piel de Jaejoong.

Dolor. Placer.

-No me pidas lastimarte… - Jaejoong sentía el aliento de Yunho en su oreja - ¿Quieres que te diga cuanto placer se siente? ¿O quiere que te diga cuánto dolor se  requiere?

El cobre salpicado de agua enmarcaba la barbilla de Jaejoong.

- Yo sé lo que significa querer formar parte de….

La noche anterior Jae se había convertido en una parte de él, y lo mismo le había sucedido a Yunho, aun­que él solo podía recordar el temblor del cuerpo de Jaejoong y el dolor que creía le había proporcionado en la mañana.

La  verdad le golpeó hasta que sintió que iba a estallar.

-No me mantendré indiferente… - dijo seductoramente, nunca había sido indiferente.

-Yo te hice daño, Yunho - El vapor empañaba el rostro de Jaejoong - Quiero curar esa herida…- Dijo para hacerle saber que la culpa no era de el.

-¿Y  crees que puedes curar mi herida hacien­do... qué? - Preguntó sin darle importancia, com­partiendo su aliento, su calor, el agua que caía sobre su cuerpo - ¿Dejando que te tome?

-Quiero que me muestres y me des todo de ti…- El agua goteó de la nariz de Yunho a la mejilla de Jaejoong; se escurrió entre sus cuerpos y bailó en el extre­mo del miembro.

-No quiero que supliques, Jaejoong…- Susurro

-Por favor… -La voz de Jaejoong formaba un eco dentro de la mampara de cobre, incitándolo, electrizándolo. Yunho  temía que su amado suplicaría no por placer, sino por liberación.

No quería que Jaejoong sufriera eso, con sus ojos  anhelantes.

-¿sabes lo que me pides? - murmuró Yunho insinuante. Su miembro erecto descansaba entre los glúteos de él. El pecho rozaba sus estrechos hombros y su espalda. Su glande palpitaba con cada respiración, con cada latido de su corazón. El agua los azotaba a ambos - Sería tan fácil lastimarte...

Girando el torso, Yunho estiró el brazo hacia atrás y  metió los dedos en un frasco de crema que ha­bía encima del mueble que rodeaba la bañera. Salieron untados de una espesa crema blanca.

El agua goteaba por sus dedos, dando a la crema un tono nacarado.

-¿Quieres sentirme? - lo provo­có. Matándolo. Matándose a sí mismo—. ¿Quieres?

-Si - Jaejoong echó la cabeza hacia atrás, tragando agua, tragándose su propio miedo. Sus manos seguían apo­yadas contra la pared de cobre, un sacrificio voluntario - Quiero sentirte.

Pero no era lo que Yunho quería.

No quería que el sufriera lo que en la mañana sufrió.

No quería verlo otra vez así.

Retrocediendo un poco, Yunho introdujo su mano entre los dos cuerpos. Untó con la crema fría y brillante su glande y su miembro. Los glúteos de Jaejoong  le acaricia­ban la mano y los nudillos.

Agarrando su pene con firmeza, la acarició en círcu­los con la punta lubricada... deslizándose, rozando, inci­tando, cautivando.

-¿Es esto lo que quieres? - susurró.

Jaejoong se puso tenso, sin estar preparado ni para el placer ni para el dolor.

Yunho no quería hacerle daño. Lo deseaba .Sabía que no lo detendría ahora.

En círculos, Yunho presionó hacia adentro. Y casi se desmaya ante el placer que recorrió sus testículos.

Jaejoong arqueó instintivamente el cuerpo.

-¿Lo es? - susurró Yunho incitante al oído de Jaejoong contra su húmeda mejilla. Presionando, en círcu­los, cada vez más fuerte, instando a su cuerpo a aceptar el suyo-  ¿Esto es lo que quieres?

-Sí - Jaejoong apretó los párpados y giró la cabe­za hacia los labios de él, buscando consuelo en el hombre a quien amaba y había invitado a tomarlo. Para que él dejara de sufrir.

-Díme, Jaejoong, ¿es esto lo que quieres? - murmuró, rozando con el pecho su espalda mientras las manos de Jae, apoyadas contra la mampara de cobre, trataban de contener su placer y su dolor. Pero no lo conseguiría. Por muy experto que hubiera sido Yunho, tampoco él era capaz de contenerlos - Lo único que tienes que hacer es decirme que me detenga y no continuaré adelante. Dímelo, Jaejoong. Dime que me detenga.

Jaejoong dirigió la punta inclinada de su pene hacia su propio cuerpo. Y jadeó su sentencia de muerte.

-¡No te detengas!

Los músculos de Yunho se tensaron en sus muslos y sus nalgas. Deslizó su brazo izquierdo hacia abajo rozando el brazo de Jaejoong, suave, delgado, tan fácil de lesionar o romper, bordeó la cintura y le agarró la cadera.

No se detuvo.

Jaejoong cerró los puños. Absorbió su miembro, tratando frenéticamente de adaptarse a la invasión.

Su dolor vibró en el vapor caliente.

Yunho hundió su rostro en el cabello mojado de Jaejoong. Él no quería que aquello sucediera.

El agua caía implacable sobre ellos, unidos por su miedo y su deseo.

- Dime que me detenga, Jaejoong - susurró Yunho, ahogándose en el agua que caía y el refugio firme del cuerpo de Jae.

- ¡No te detengas! - jadeó él.

-Dime que me detenga, Jaejoong - repitió, reti­rándose hasta que sólo quedó dentro de Jae su glande. Los músculos de Jaejoong se contrajeron, tratando de detenerlo y de atraerlo de nuevo hacia su interior.

Yunho no quería que Jaejoong viera  sangre cuando alcanzara el clímax.

-¡No te detengas! —gritó Jae, un clamor de muerte.

Él lo penetró unos centímetros más.

-Dime que me detenga.

-Ya lo noto dentro de mí - Jaejoong inhaló el va­por caliente, mientras le entraba agua en la boca - ¡Ay Dios!

Yunho podía sentir a Jaejoong con la misma inten­sidad que Jae lo sentía a él. Su carne resbaladiza, dentro y fuera. El placer acentuándose, creciendo, buscando una sa­lida.

Tenía que detenerlo.

Arremetió con fuerza.

La pelvis de Jaejoong chocó duramente la pared de cobre.

-¡Dios mío! - Aquel grito estalló en su garganta.

Calor, Yunho no recordaba que Jaejoong hubiera estado tan caliente. Podía sentir la tersa humedad de su piel y el res­baladizo calor de su cuerpo concentrado en sus testículos.

-Dime que me detenga  - repitió con voz ronca, deslizándose.

-¡No! - jadeó Jae, to­mando en su cuerpo al hombre que amaba.

-¡Sí! - siseó Yunho con los dientes apretados. Y no se pudo contener. Salió de Jaejoong. Para placer suyo, no de Jae.

Jaejoong se mordió el labio inferior; Sus  hermosos labios, el inferior sólo ligeramente más grueso que el superior. El agua resbalaba por su sien.

-Dime que me detenga - dijo Yunho. Implorando. Jaejoong contrajo las nalgas.

-No.

Durante un segundo, Yunho fue incapaz de respirar por el dolor y el placer.

-Entonces ruégame que no me detenga - exclamó implacable.

-Hazme suplicar - lo retó, una parte de él.

-Hacerte suplicar... ¿cómo, Jaejoong? - preguntó Yunho, con la voz peligrosamente suave, el cuerpo tem­blando de necesidad, dentro, fuera - ¿Quieres que te haga rogar para que me detenga?

-Sí.

-¿O quieres que te haga rogar para que no me de­tenga?

-Sí - repitió Jae, jadeando, temblando.

Dispuesto a recibir tanto su dolor como su placer.

Pero Yunho no quería darle dolor.

Yunho aferró la cadera izquierda de Jaejoong. Sus dedos abarcaron su pelvis. Los músculos se tensaron.

Quería embestir a Jaejoong hasta que le gritara que se detuviera. Y luego quería embestirlo hasta que le rogara que no se detuviera.

Yunho retiró lentamente su miembro. En el inte­rior de Jaejoong sólo quedó alojado el latido de su corazón.

Flexionó las caderas. El agua caía implacable sobre sus cabezas.

-Existe una palabra - El agua se deslizó por el ros­tro de Yunho - Algolagnia. Es cuando el placer no se pue­de diferenciar del dolor. ¿Quieres saber cómo el dolor se puede convertir en placer, Jaejoong? - susurró. Su pene palpitando.

-Sí -Jaejoong tomó una bocanada de aire, de agua. Su miembro - Sí, eso quiero.

Agarrándole la cadera derecha, Yunho deslizó la mano izquierda hacia delante, los dedos húmedos y resba­ladizos por la crema y el agua, buscando... encontrando.

Su miembro palpitó entre el pulgar y el índice de él, la carne más sensible, más suave que la seda.

Estaba duro... tan duro como el miembro de Yunho en aquel momento. Con la misma dureza que tenía él.

Jaejoong se sacudió convulsivamente, tembló, se que­dó quieto, dándose cuenta de cómo el dolor se  hacía placentero.

-Yunho - susurró con el agua resbalando por su mejilla.

La noche anterior él había llegado varias veces al or­gasmo. En todas ellas, había gritado de placer, y las contracciones internas le habían oprimido  el corazón.

El agua que surcaba las mejillas de Jaejoong se con­virtió en salada. Lágrimas de conmoción.

Yunho penetró delicadamente a Jaejoong; al mismo tiempo masajeó con fuerza su hinchado miembro, Palpitaba.

Envolviéndole la cintura con el brazo derecho, Yunho sostuvo a Jae contra él mientras friccionaba has­ta que tanto la carne de Jae como la de él se hincharon más de lo que podían soportar. Hasta que la necesidad del or­gasmo fue mayor que la necesidad de respirar.

Entonces lo soltó, conteniéndose al borde del éx­tasis. Su miembro deslizándose dentro del cuerpo de él, contra el cuerpo de él.

-¿Me rogarías, Jae? - musitó Yunho, acariciando con los dedos delicadamente el miembro hinchado que clamaba por ser tocado, al tiempo que lo llenaba tan profundamente que rozó la esencia misma  que era Jaejoong. Con dolor. Con placer.

Un ser cuyo único pecado era desear estar al lado de su esposo.

-Suplícame, Jaejoong - ordenó suavemente.

El temor contorsionó súbitamente el rostro húme­do de Jaejoong.

-¡No! - jadeó.

Su dolor y su placer envolvieron los testículos de Yunho.

A pesar de lo que le había dicho, Yunho no quería que Jaejoong rogara. No quería.

No quería que el viera  oscuridad cuando él lo tocaba.

Poco a poco, girando, deslizando el pene internamente, Yunho hizo dar la vuelta con cuidado a Jaejoong de modo que quedara mirando hacia la pared lateral de la ducha.

-Ábrete más - ordenó. No tenía que explicarle por qué. Jae se inclinó hacia delante.

El dolor y el placer que le provocó a Yunho su movimiento le cortó la respiración. No podía detenerse.

-Suficiente - ordenó Yunho con voz ronca y entrecortada, aferrándose a la cintura de Jaejoong y a su propia cordura.

No reconoció su voz. ¿La reconocería Jaejoong?

Con suavidad, Yunho lo apretó contra él, deslizan­do su pene, mientras los músculos internos de Jae lo aca­riciaban, lo pellizcaban. Eran dos cuerpos al unísono.

-¡Ay Dios...Yunho!

Sorpresa, placer, y luego orgasmo inminente se mez­claron en el grito de Jaejoong.

Cerrando fuertemente los párpados y volviendo la cara hacia el agua, Yunho agarró ambas caderas de Jaejoong y empujó tan profundamente en su interior que las nalgas de Jae se pegaron a su ingle. Quedo dos cuer­pos fundidos en uno solo.

El sobresalto de su penetración fue eclipsado por la fuerza del orgasmo de Jaejoong. Sus músculos apretaron a Yunho hasta el punto de hacerle rechinar los dientes, ro­deado de agua caliente y carne resbaladiza.

La suavidad de Jaejoong.

La necesidad de Yunho.

Yunho penetró a Jaejoong una y otra vez, y lo sos­tuvo de modo que Jae pudiera obtener el máximo placer tanto de su penetración como del chorro de agua. Sintió el segundo orgasmo de Jaejoong antes de que Jaejoong lo notara.

-Yunho, por favor... ¡No! - lloró Jaejoong

Yunho hundió el rostro en la nuca de Jaejoong, buscando consuelo en la húmeda tersura de su cabello y de su piel; Jaejoong apoyó su cabeza contra su hombro.

-¡Ay... Dios... mío!... - jadeó con placer agónico - …Yunho.. Yunho. ¡Por favor... no... te detengas!

Yunho, deslizando sus labios sobre el cabello de Jaejoong, sobre su cuello, deslizando su miembro dentro de su cuerpo.

-No  puedo det.. - La verdad no se podía negar. Y movió sus caderas hacia delante y hacia atrás, con placer y dolor.

La mano izquierda de Yunho ascendía por la tersa cintura mojada de Jaejoong, rozando las costillas salientes, curvándose alrededor de su carne suave, cerrando los dedos convulsivamente sobre su pezón izquierdo. Notaba el corazón de Jae latiendo contra sus dedos; su pezón se hundió en la palma de su mano, una pasión que era bálsamo y azote a la vez.

Presionó los labios detrás de la oreja de Jaejoong. El amor no era inocente.

Un grito sordo salió de la garganta de Jaejoong, vibrando contra los labios de Yunho. De repente Jae se ar­queó. Parecía como si su cuerpo se desgarrara, aferrando, succionando el miembro de Yunho hasta que sus piernas se doblaron con la verdad y empezó a deslizarse, a caer...

Sus rodillas impactaron contra el duro cobre.

Jaejoong cayó con Yunho, tragándose su cuerpo la liberación de Yunho.

Un chorro de agua azotó la cara de Jaejoong y luego se extinguió, el clímax que la había hecho caer de rodillas, el agua que la había llevado al orgasmo, el latido interno del hombre que la había dejado  un nuevo mun­do y le había mostrado el dolor y el placer del sexo.

El cobre era duro; a Jaejoong le saldrían cardenales en las rodillas. Sacudidas eléctricas seguían recorriendo su interior, su pelvis y sus pezones. Cinco dedos le quemaban el vientre; su corazón latía contra la palma de una mano. La mano de Yunho.

Una disculpa afloró en los labios de Yunho.

-Se ha acabado el agua - musitó en lugar de la dis­culpa. Era demasiado tarde para disculparse.

-Sí - afirmó Jaejoong en tono apagado; su voz fue una caricia fugaz contra la nuca y el hombro de Jae.

Jaejoong miró fijamente su imagen aprisionado dentro de la ducha. Cinco dedos de cobre le apre­taban el vientre; su pecho izquierdo estaba cubierto de for­ma protectora por una mano de cobre.

Las lágrimas brotaron de los ojos de Jaejoong.

-No llores - La voz de Yunho pa­recía lejana; sus labios se movieron contra la nuca de Jaejoong.

Transcurrieron varios segundos eternos; el vapor se dispersó, transformándose en tenues nubecillas de bruma. Las gotas de agua se deslizaban sobre los amantes  dentro de aquella gruta.

Le dolían las nalgas por Yunho, a Yunho; le dolía el corazón por su ángel.

El aliento cálido acarició la oreja izquierda de Jaejoong, trató de girar la cabeza, para mirarlo, pero su cabello estaba atrapado entre los dos impidiéndole moverse.

A Jaejoong le dolían las rodillas; el calor del cuerpo de Yunho lo tenía atrapada.

Quería tocarlo; le daba miedo.

Yunho se movió. Se sentó sobre sus talones, atra­yendo con él a Jaejoong para que se acomodara sobre sus muslos duros en vez de estar de rodillas sobre el duro sue­lo de cobre.

Una carne igualmente dura le sostenía las nalgas. El pulso de Jaejoong se aceleró.

La respiración de Yunho se hizo más profunda, le soltó la cintura y levantó a Jaejoong de sus rodillas.

Al instante, JaeJoong dentro de la gruta quedó libre y una vez más  pudo sentir la fría bañera de metal, la humedad de su piel, la incomodidad ardiente en donde Yunho la había penetrado, la sensación resbaladiza de la crema entre sus glúteos.

Pudo notar cómo Yunho se ponía en pie, el movi­miento del aire, el ligero crujido de un hueso.

Yunho salió de la bañera. Jaejoong clavó la mirada en un muslo musculoso y firme, un testículo cubierto de vello, unas nalgas de mármol pálido.

En silencio, Yunho caminó sobre el mármol con ve­tas azules y se detuvo frente al armario de teca del lavabo. El vapor empañaba el espejo; lo único que el podía ver de Yunho eran sus fuertes hombros tersos por el agua, su espalda delgada, sus caderas estrechas, sus glúteos firmes, unas piernas largas y el tenue reflejo de su cabeza inclinada.

Las nalgas de Jae ardían y palpitaban.

Yunho agarró la toallita de manos del toallero de madera y la metió en el lavabo. Apoyando las manos sobre el borde de teca que ro­deaba la bañera de cobre, Jaejoong se levantó torpemente. Yunho se dio la vuelta, con la toallita en la mano.

Al salir de la bañera, Jaejoong resbaló sobre el mármol. Trató de agarrarse del panel de madera para frenar su caída. El pelo frío y mojado le golpeó las mejillas.

-Cuidado…- La voz de Yunho era más próxima, Yunho lo sostuvo antes que cayera. Jaejoong miró hacia arriba, se enderezó.

El pecho de Jaejoong se contrajo hasta el punto de dificultarle la respiración.

-No me arrepiento de haberte tocado.

Yunho se acercó a él, con su piel húmeda y el cabello mas oscurecido por el agua. Su miembro endurecido empujó el vientre de Jaejoong.

-Jae…- una yema áspera de su dedo perfiló su labio inferior. Los labios de Jaejoong temblaron.

Las oscuras pestañas velaron los ojos de él. Lenta­mente, trazó un sendero de fuego ascendente sobre su rostro, deslizando sus dedos por la mejilla de Jaejoong.

Jaejoong se humedeció los labios, percibiendo el alien­to de él, el olor del jabón en su dedo, el placer que le había dado.

Las pestañas de Yunho se elevaron lentamente.

-Todavía me quieres tocar.

-Sí.

-Aun después de hacerte Llorar.

Las lágrimas afloraron a los ojos de Jaejoong; una lágri­ma solitaria salió del miembro duro que le oprimía la par­te inferior del vientre.

-No es pecado llorar.

-No, no lo es - Jaejoong sintió que la frialdad que recorría su mejilla izquierda se desvanecía ante el roce de la piel cálida de Yunho, que acariciaba su rostro como si se tratara de un cristal precioso - Llorar es natural.

Jaejoong permaneció completamente inmóvil con la mano de Yunho en su rostro,  inhalando su olor, respirando su aliento cálido que le abrasaba los labios. Se esforzó por mantener las manos a los costa­dos y no tocar el cuerpo que tenía tan tentadoramente cerca.

Yunho le besó suavemente en el párpado izquier­do, un ligerísimo roce de sus labios.

Jaejoong parpadeó, aleteando con sus pestañas la piel sedosa y tersa, húmeda por la caricia de la lengua de Yunho.

Yunho  besó su párpado derecho, probando suave­mente sus pestañas, un roce húmedo de calor.

-Quiero  que me toques - dijo, expulsando aire caliente, la mirada plateada implacable -Quiero que me desees, Quiero que me mires a los ojos cuando me aceptes en el interior de tu cuerpo, quiero que me dejes tocarte y cuidarte. Y que compartas tu placer conmigo. Quiero ver la luz cuando alcance el orgasmo… eres mi luz….Quiero que te quedes.

Jaejoong no podía respirar por el aliento de Yunho; no podía sentir por el calor de Yunho; estaba inmovilizado por su miembro.

Conmovido por la declaración  no puedo hablar.

Las manos de Yunho lo apretaron, su miembro en­durecido presionó. Sintió la toallita de baño fría y áspera.

-Me estás pidiendo que....

-Sí - afirmó él sin rodeos, los ojos plateados vigilantes.

-No volver…a casa.

-Sí - Yunho no soltaba su rostro, mirándolo fijamente - No quiero dejarte ir.

 Jaejoong no apartó la mirada de los plateados ojos  de Yunho.

-Es posible?…-Pregunto pues el también deseaba quedarse, pero la verdad la leyó en los ojos de Yunho.

El vapor pesaba sobre el pelo de Yunho.

-Eso no importa….

Jaejoong miró los oscuros ojos  de Yunho y su ros­tro reflejado en la ducha, transformado en cobre en lugar de alabastro.

El silencio inundo el lugar, jaejoong sabia que no era posible quedarse al lado de su esposo y eso le entristecía.

Las palabras se agolparon en la garganta de Jaejoong - Tengo el pelo mojado.

Yunho oprimió ligeramente su rostro con sus manos.

-Yo  lo secaré – Contesto.

Lágrimas calientes afloraron a los ojos de Jaejoong -Está enredado - balbuceó.

-Yo  lo peinaré.

El deseo estremeció los muslos de Jaejoong; un li­gero pálpito entre sus glúteos le recordó lo íntimamente que conocía aquel hombre sus deseos.

Recordó el glande bulboso deslizándose dentro, centímetro a centímetro, orgasmo tras orgasmo... El calor cada vez más fuerte que lo dominaba era imposible de contener.

El calor en la mirada de Yunho le cortó la respiración. Jaejoong luchó por respirar oxígeno que no estu­viera caldeado por su aliento.

El calor lo apabullaba. Iba a ahogarse en su mirada.

-Por favor, suéltame.

El fuego plateado que brillaba en los ojos de Yunho se tranquilizó. Su cálido aliento le acarició los labios.

-¿Por qué?

-Porque creo que voy a tener un orgasmo - afir­mó Jaejoong francamente, mientras su voz repiqueteaba en el aire nebuloso.

La luz y la oscuridad vibraron en la mirada de Yunho.

El conocimiento de su deseo. El conocimiento pa­ra calmar su deseo.

Bajando la cabeza, Yunho rozó suavemente sus la­bios, el cuerpo de Jaejoong palpitaba al borde del clímax.

Como había palpitado dentro de la ducha, el vientre y el pecho de él pegados a su espalda y sus glúteos, miembro sumergida tan profundamente en su interior que habían formado un solo cuerpo.

Yunho envolvió el pelo de Jaejoong con una toalla, secándoselo suavemente, cada masaje sensual una caricia palpable. Jae permaneció muy quieto mientras él le seca­ba las nalgas, pasando la toalla por la hendidura que toda­vía llevaba la huella de su penetración, y las piernas con li­geras palmaditas.

Un golpe sordo resonó en sus oídos. El frío rozó bruscamente la zona sensible entre los glúteos de Jaejoong.

Sus párpados se abrieron súbitamente; ¿cuándo los había cerrado?

-Qué...

-Te he hecho daño?, Jae. —Un brazo muscu­loso le rodeó la cintura, aferrándolo. Con suave presión, retiró los restos de la crema, limpiándola con movimientos circulares - Déjeme cuidarte...

Jaejoong relajó sus músculos a la fuerza.

-Preferiría que el cuidado fuera mutuo.

Yunho continuó su limpieza hasta que el se arqueó para que se detuviera, y luego dobló su cuerpo para que él hiciera algo más que lavarlo. Estiró los brazos hacia atrás...

Sólo para aferrar el aire vacío. Contuvo una oleada de frustración.

-Yunho...

-Acá estoy - La voz de Yunho provino de la proximidad del la­vabo. Jae se giró, mientras Yunho se daba la vuelta, con un peine en la mano.

-Voy a tocar algo más que... - Jaejoong titubeo ligeramente y levantó la barbilla, desafiando a una sociedad hipócrita que prohibía a las mujeres utilizar determinadas palabras para designar lo que debía ser llamado por su nombre - tu Pene.

Yunho lo observó en silencio, con el peine de marfil en su mano derecha. Extendió hacia Jae sus dedos largos.

-Entonces toma mi mano, Jaejoong.

El miró fijamente hacia aquellos dedos desnudos que habían formado parte de el , y lue­go su mirada se dirigió hacia el largo pene desnudo que po­co antes había estado en su interior y que pronto volvería a estarlo. Un diminuto latido palpitaba en el glande bul­boso de color púrpura.

El deseo de Yunho.

Sintiendo las rodillas súbitamente débiles, aferró su mano.

Abrió la puerta del baño y pasó delante de Yunho hacia la oscuridad.

La sólida calidez de los dedos de Yunho desapa­reció.

-Siéntate en la cama.

Jaejoong obedeció en silencio, acercándose al borde de la cama, haciendo que los resortes crujieran, y se sentó con los pies juntos. Su trasero estaba sensible.

Agachándose, flexionando los músculos de la espal­da y balanceando los testículos, Yunho tomó tres troncos del cubo de bronce y los arrojó al fuego, que milagrosamente no se había extinguido. Las cenizas negras y el hu­mo gris ascendieron por la chimenea.

Le daba la sensación de que había transcurrido toda una vida desde la última vez que él había estado mirando fijamente aquel mismo fuego.

Yunho se volvió hacia él. Jaejoong observó a Yunho mientras caminaba len­tamente hacia el, y sus largas piernas iban acortando la distancia.

Jaejoong sintió que saltaba por los aires. El crujido de los resortes de la cama la rodeó. Dan­do un bote en el colchón se encontró sentado entre las pier­nas de Yunho, que aprisionaban sus caderas con sus muscu­losos muslos.

Los dientes de marfil del peine se hundieron en su pelo enredado.

Jaejoong Se aferró a los músculos duros, hundiendo las uñas en la carne musculosa, compartiendo su dolor. Los dientes de marfil desenredaron poco a poco su cabello.

Jaejoong no se movió, embargado por el súbito re­cuerdo de su madre peinándola delicadamente.

Pero no quería pensar en su madre.

Las piernas de Yunho irradiaban calor

Sus ojos se llenaron repentinamente de lágrimas. El dolor causado por el peine al desenredar otro nudo desa­pareció tan pronto se deslizó el marfil.

El peine se deslizó sin esfuerzo por su cabello. Jaejoong echó la cabeza hacia atrás.

-Siento calor y palpitaciones entre las piernas - Susurro y miró fijamente al techo pintado de blanco satinado.

Jaejoong esperaba una condena, por confesar lo que ninguna dama debía confesar.

-Calor...Palpitación...cuéntame mas… - susurro y Jaejoong notó la voz de Yunho ca­liente y húmeda, allí contra su cabeza, su oreja, Jaejoong jadeo.

El peine de marfil dejó de deslizarse; unos dedos du­ros buscaron la parte superior de los muslos de Jaejoong. Un único dedo rozó sus piernas, su entrada...

Un relámpago atra­vesó el cuerpo de Jaejoong, ante el movimiento oscilante del dedo de Yunho; se mordió los labios - Ah…

Sintió a su lado la  mejilla de Yunho, apartando su cabello. Su lengua le provocó un calor abrasador en su oreja.

Yunho lo hizo girar. De repente, Jaejoong se encontró de espaldas. Notó el terciopelo debajo de sus glúteos, las sábanas de lino sua­ves contra su espalda. Por el rabillo del ojo, el destello de bronce del cabezal de la cama la cegó momentáneamente.

Jaejoong incapaz de respirar más allá del olor de su calor y la cercanía de su cuerpo. El colchón se hundió el deseo oprimió los pulmones de Jaejoong.

Jaejoong elevó los párpados encontrado la mirada de Yunho.

-Mido algo más de veinte centímetros de largo cuando estoy completamente erecto - Yunho le hizo saber ya que él había empezado una conversación de intimidad.

El leyó los pensamientos de Jaejoong en sus ojos y al notar el leve sonrojo se inclinó sobre Jae y le agarró las manos.

Jaejoong estiró los brazos sobre su cabeza, sus dedos fueron conducidos hacia el frío metal. Yunho apretó las manos de el alrededor del cabezal de bronce.

-Jae... - murmuró Yunho, acari­ciando su mejilla con un susurro de aliento, mientras em­pujaba suavemente con su miembro su entrada.

-Yunho….- susurro.

Lentamente se colocó sobre jae. Sintió, el pecho oprimiendo sus pezones, el vientre moldeando su vientre, las caderas sumergiéndose entre sus muslos.

El amor de un marido por su esposa. El amor entre dos ángeles.

El aire frío rozaba sus nudillos. Con la mano iz­quierda, Yunho buscó el centro lo estiró, lo penetró, lo invadió.

Con un grito ahogado, Jaejoong se agarró compulsi­vamente a las barandillas de bronce con ambas manos.

-Te amo… -Un aliento ardiente le llenó los pulmones, una lengua candente acariciaba sus labios

Jaejoong podía ver cada uno de los poros de la perfecta piel marmórea de Yunho, podía contar cada una de las grue­sas pestañas oscuras que enmarcaban sus ojos, podía sentir cada nervio dentro de su cuerpo estirarse para adaptar el pe­ne que palpitaba en su interior.

El rostro de Jae, como un círculo pálido, brillaba en los ojos de Yunho.

-Me deseas, Jaejoong? -El aliento cálido le llenó la boca; su entrada se expandía alrededor de su pene.

Jaejoong no tuvo que detenerse a pensar su respuesta

-Sí - dijo, y su voz se convirtió casi en un grito al miembro que ahondaba en su interior, haciendo que le faltara el aire a sus pulmones.

Él se tragó el grito de Jaejoong. El colchón se hundió. Yunho cubrió con su mano izquierda la mano derecha de Jae, mientras absorbía su alma. Sus ingles unidas formando un único cuerpo, a medida que su miembro se iba introduciendo cada vez más, hasta llegar al corazón. La cama parecía acompañarles, interpretando una sinfonía de crujidos. Lamió, mordisqueó y chupó su lengua, como si su vida dependiera de él, hasta que sus alientos se mezclaron en uno y su carne se convirtió en la carne del otro. A Jae ya no le importó morir; había un placer más allá de la muerte.

Una luz detrás de la oscuridad.

La luz era Yunho: su lengua, sus labios, sus manos, su miembro que se movía como un émbolo entre sus piernas  y las paredes de su entrada.

Jaejoong arqueó la espalda, elevó las piernas, abrió cada vez más su entrada, intentando que él llegara a lo más profundo de su ser...

-Míreme, Jaejoong.

El abrió los ojos con dificultad. Los ojos plateados lo aguardaban.

Lentamente, el brillo de plata desapareció y lo úni­co que Jaejoong pudo ver fue a Yunho y su imagen de pá­lido rostro reflejada en sus ojos. Las imágenes explotaron con un estallido de luz interna.

Poco a poco, volvió a enfocar el rostro de Yunho. El sudor le bañaba la cara; la agonía le transformaba la voz.

-Necesito más.

Las palabras le llenaron a el la boca, el alma.

-Dame más, Jaejoong  - Más placer. Más orgas­mos - Dame de tu luz.

Jaejoong abrió su cuerpo y le dio a Yunho lo que ne­cesitaba. Más placer. Más orgasmos.

*  * *

Yunho abrió los párpados de golpe, con el corazón latiendo aceleradamente.

La oscuridad lo cegó; olía a sexo y a sudor. Un calor líquido se deslizaba sobre su muslo izquierdo.

De inmediato recordó... el agua caliente azotándolo. El vapor sofocante. Jaejoong

Lo había tocado. Lo tocaba aún.

El cuerpo de Jaejoong estaba encogido a su lado, con la cabeza recostada sobre su hombro y la pierna sobre su muslo. El calor líquido de la satisfacción de Jaejoong se derramaba sobre su pierna.

Se separó con cuidado de la cabeza y de la rodilla de Jaejoong. El aire frío evaporó el calor húmedo de su mus­lo izquierdo; sus pies tocaron la gélida madera.

La oscuridad era su aliado.

Se quedó quieto, con todos los sentidos alerta. Percibió el olor del sexo, el suave sonido rítmico de la respiración de Jaejoong, los latidos de su propio corazón...

El miembro de Yunho  se endureció de inmediato

Jaejoong dormía con el cabello húmedo extendido sobre la almohada y su pierna sobre la sábana.

Recordó la suavidad sedosa de su piel, tersa con el agua en la ducha, resbaladiza de sudor en la cama.

Rememoró la húmeda sedosidad de su cabello y el calor de sus glúteos entre los muslos de él, mientras peinaba el enmarañado pasado de ambos.

Evocó el contacto  de Jaejoong y la imagen de el , el cabello oscuro ennegrecido por el agua, las mejillas arreboladas de excitación, los ojos  resplandecientes bajo la luz eléctrica.

Habia sido vencido, Jaejoong lo había tocado y nado pudo hacer para evitarlo sabia que ya nada podía hacer para evitar mas el contacto.

Jaejoong abrió los párpados de repente, sus ojos  estudiaron los ojos plateados, el co­lor ennegrecido por la oscuridad, la necesidad ensombre­cida.

-He mojado la almohada - dijo a en voz baja.

-No me importa la almohada.

-Te he mojado.

El rostro de Yunho se iluminó con una súbita son­risa, sabiendo que Jaejoong no la podía ver

-Sí, es verdad - asintió solemnemente.

-Estoy húmedo ahora - dijo Jaejoong sin malicia.

Yunho había tenido dos orgasmos apenas unas ho­ras antes. Su miembro no debía estar duro. No debía desear a Jaejoong hasta el punto de que le dolieran los testículos.

El era todo lo que siempre había deseado.

-Enséñame - dijo Yunho sedosamente, conscien­te del peligro que entrañaban pero in­capaz de resistir la tentación.

-Está oscuro - razonó Jaejoong - No puedes ver.

-Sí que puedo.

Jaejoong apartó las mantas hacia un lado con un cru­jido, haciendo chirriar la cama.

Su piel resplandecía como pulido mármol blanco. Tenía las piernas largas y delgadas.

Yunho las había sentido alrededor de su cintura. Deseaba apoyarlas sobre sus hombros.

No se pudo contener. Se sentó en la cama y tocó a Jaejoong. El calor húmedo que emanaba se incrustó en su ingle.

Su Entrada estaba hinchada de deseo. Suavemente, Yunho metió el dedo en su interior y miró la sombra de su sexo. Su entrada se cerraron alrededor de su dedo medio, como lo habían hecho alre­dedor de su miembro apenas unas horas antes.

Estaba tan húmedo que él podría ahogarse. Era tal su respuesta que a él no le importaría morir.

Una mano vacilante agarró su pene. Yunho se puso tenso mientras Jaejoong acarició con su pulgar el glande; su roce provocó un estremecimiento en el pecho de Yunho.

-También estás húmedo —susurró Jaejoong, incapaz de ocultar su excitación.

Su entrada estaba caliente e hinchada, tanto por la pe­netración reciente como por el deseo que sentía en aquel instante. Su Entrada era un aro abierto, en vez de una fisu­ra diminuta. Aceptó fácilmente su dedo.

Al instante, Yunho fue rodeado de seda líquida. Jaejoong respiró profundamente; al mismo tiempo, sus dedos oprimieron su pene.

Sintió que le hacía algo de daño. El dolor de su pe­netración palpitaba sordamente en el pecho de Yunho

Jaejoong apartó las piernas para proporcionarle un acceso más fácil.

Yunho deseaba introducirse en el interior de Jaejoong y sentirlo convulsionar alrededor de su mano. Sin em­bargo, sacó el dedo. Estaba recubierto de una suave calidez. La esencia de Jaejoong.

Yunho  deslizó su dedo húmedo sobre los labios de Jaejoong, se echó para atrás.

-Qué...

Yunho tomó sus labios, sus palabras, su aliento, su esencia.

Jaejoong tenía un sabor a satisfacción dulce y salada a la vez.

Con su lengua y sus dientes, Yunho quiso más: un ligero pellizco de dolor, seguido de una caricia cal­mante de placer. Utilizó hasta la última gota de su habilidad para tratar de captar el alma de Jaejoong con su beso.

-Pruébate, Jaejoong - susurró Yunho, levantando la cabeza, con su boca insinuante.

No le dio tiempo a manifestar su acuerdo o su rechazo. Lamió el interior de la boca, traspasando su esencia a su lengua.

El permaneció inmóvil, sin responder.

Yunho lo hizo reaccionar, lamiéndole el paladar. Jaejoong respiró su aliento.

 Él quería más. Tenía suficiente habilidad para que Jaejoong le proporcionara algo más.

Tomando su pezón entre los dedos, pellizcó y tiró suavemente, sabiendo que con cada pellizco, cada tirón, su entrada se contraía.

Los dedos que lo aferraban apretaron y tiraron de su pene al mismo tiempo que los dedos de él apretaban y tiraban de su pezón. Jaejoong  lamió lentamente la lengua de él, dando y tomando a la vez.

Yunho cerró fuertemente los párpados y se con­centró en la sensación y el sabor de Jaejoong, disfrutando también del estremecimiento placentero que sacudía sus mismos testículos.

Yunho no soltó el pezón de Jaejoong. Ni dejó de besarlo.

Un suave gemido vibró en su lengua. Una aguda punzada subió por su vientre.

Yunho imaginó la entrada de Jaejoong contrayéndose alrededor de su mano.

Jaejoong sacudió con fuerza la cabeza de un lado a otro. Yunho agarró su nuca con la mano derecha y  si­guió implacable, con la boca pegada a la suya, lamiéndolo con su lengua, mientras sus expertos dedos continuaban pellizcando su pezón.

El estaba a punto de alcanzar el orgasmo.

Jaejoong apretó a Yunho con más fuerza, levándolo a su interior. Al mismo tiempo, el cuerpo de Jaejoong se arqueó; los dedos se hundieron en el cabello de Yunho

El  se con­vulsionó, aleteando brevemente alrededor de sus dedos y enseguida él alcanzó su propio orgasmo en la mano de Jaejoong y la sensación del éxtasis de Jaejoong desapareció.

Lentamente, Yunho bajó el ritmo de pellizcos du­rante el breve instante que sintió su orgasmo. Su pene es­cupió tres, cuatro, cinco veces...

Jaejoong se desplomó, buscando afanosamente el ai­re que por fin él le dejaba respirar. La erección de Yunho cedió; pero no así su necesidad.

Yunho quería más de Jaejoong, más intimidad.

Liberó suavemente el pezón y le acarició la mejilla, estirando demasiado los dedos. Jae parpadeó rozando las puntas de sus dedos como el incitante aleteo de un orgasmo.

Lo abrazó y besó sus párpados.

El nudo que sentía en su ingle se propagó hasta su pecho.

-Yunho... - Jaejoong tomó aire - Mi pecho... estaba...

-Shhhh...- Yunho presionó sus labios contra los de el – Duerme.

Jaejoong aferró su cabello un poco más fuerte, mientras soltaba su miembro flácido.

Yunho no vio la mano que subía hasta que tocó su barbilla. Estaba fría y pegajosa.

Antes de poder reaccionar, los dedos cálidos de Jaejoong deslizaron por sus labios su esperma frío y pegajo­so, y a continuación le dio un largo beso, lamiendo delica­damente su boca.

Abrió la boca para Jaejoong, permitió que  compartiera con él el sabor de su semen, sin poder explicar qué lo había impulsado a hacerlo.

.

El aleteo de la satisfacción de Jaejoong resonaba en su pecho.

Y Yunho supo...

Liberándose del beso de Jaejoong y de los dedos que aferraban su cabello,  se levantó y cubrió con las mantas el cuerpo desnudo, que se perfilaba oscuro contra las pálidas sábanas.

...Yunho supo que Jaejoong había ganado y que lo que quedaba del tiempo que la Sra.Kim les había dado iban hacer los momentos más dulces, cálidos, placenteros y dolorosos que sus cuerpos podían soportar.

**

La tarde había sido maravillosa al lado de su Junsu pero esta termino gracias a la lluvia que empezó a caer, el cielo despejado se oscureció dando la bienvenida a la lluvia  que fue cayendo poco a poco como si estuviera dándoles tiempo de llegar y cubrirse de ella.

En el carruaje Yoochun y Junsu regresaban a la mansión después de haber disfrutado de un día de campo, ambos estaban complacidos y satisfechos.

Al llegar se dirigieron de frente a su dormitorio donde Junsu se acurruco al lado de Yoochun una vez que estuvieron en su cama. Algo cansado,  propio de su estado rápidamente Junsu se quedo dormido en los brazos de Yoochun este al darse cuenta sonrió y dejo un beso en su mejilla.

* * * 

Fuertes sonidos en el cielo provocados por los relámpagos se dejaban oír  levemente en la alcoba de Yunho, las ventanas estaban bien cerradas impidiendo que el frio  y el fuerte sonido del relámpago entrara y los despertar.

Las llamas de la chimenea se había extinguido con las gotas de la lluvia que habían llegado a ingresar y habían apago el fuego.

Eran casi las 5:00 de la mañana y la luz del sol apenas empezaba a asomar, maravillosos colores brillaban en el cielo prometiendo un día soleado.

La lluvia fue cada vez disminuyendo igual que los relámpagos.

Yunho despertó. Al abrir sus ojos pudo ver el rostro de Jaejoong muy cerca a el, sin hacer el mayor ruido, se levanto, Yunho rebusco en el armario y saco 2 batas de baño una la dejo sobre la cama y la otra  convertida en un bulto bajo su brazo derecho. Dio unos pasos y se perdió en la sombra oscura. La puerta del cuarto de baño se cerró suavemente tras él.

Jaejoong sentía los dedos pegajosos. Sus labios y su lengua ardían. Se despertó.

Se había probado a sí mismo; le había causado sor­presa, sin duda, pero no repulsión. Luego había notado el orgasmo de Yunho crecer entre su mano, de la misma for­ma que el suyo había crecido entre los dedos de él.

A través de la puerta del cuarto de baño pudo oír el sonido amortiguado del agua contra el mármol, el ruido de la cadena de la cisterna, un breve golpe sordo, ¿el impacto del cepillo de dientes de marfil contra el borde del lavabo, quizás?

Sintió una opresión en el pecho.

Era una sensación maravillosamente íntima, escu­char el ritual de aseo matutino de Yunho.

Metió la mano entre las mantas y se tocó el pezón izquierdo. Estaba duro e hinchado, como lo había estado el miembro de Yunho.

No sabía que  pudiera tener un orgasmo sólo pellizcándole el pezón.

Nunca se había imaginado que su cuerpo  pudiera anhelar dolorosamente, al tiempo que se sentía henchido de satisfacción.

Un ruido suave interrumpió sus pensamientos. Yunho salió del baño y luego salió en silencio de la alcoba.

Jaejoong se mordió los labios para no gritarle que vol­viera.

Temía que si lo llamaba él le pediría que se volviera a dormir. Pero el no quería dormir. Quería más de Yunho.

Jaejoong apartó las mantas. Las sábanas olían a Yunho, a Jaejoong, a su sudor mezclado.

El suelo duro de madera lo despertó con una sensa­ción helada. Entró en el cuarto de baño. Y recordó la imagen de la erección de Yunho entre el vapor.

Se metió en la bañera de cobre. No pudo evitar re­cordar. En sus labios apareció una amplia sonrisa.

De inmediato, sus pensamientos se dirigieron de nuevo a Yunho.

¿Dónde abra ido? No muy lejos se dijo, solo vestía la bata de baño.

Hizo girar hábilmente el grifo de la ducha hacia él. La sensación no era la misma que con Yunho. Con él sentía tanto dolor como placer.

Le había permitido compartir con el sabor de su placer.

Yunho había colgado la toalla húmeda. Jaejoong se secó con ella.

Había enjuagado la toallita de baño con la que lo ha­bía lavado la noche anterior y la había puesto a secar.

Se había olvidado el peine en la alcoba. Jaejoong se cepilló rápidamente los dientes y salió del baño.

Se disipó la os­curidad de la habitación, iluminando por la luz del día que pronto alumbro fuerte e ingreso por la ventana.

Allí estaba el cabezal de barrotes de bronce alrede­dor de los cuales Yunho le había sostenido los dedos. Ha­bía puesto su mano sobre las de el y lo había sujetado mientras la cama debajo de ellos temblaba y crujía.

Los leños que Yunho había puesto en la chimenea  se habían convertido en un montón de cenizas negras y grises.

El tiempo corría.

Pudo ver su ropa  que relucía sobre el respaldo del asiento de madera de teca.

Jaejoong pensó en Yunho recogiendo el corsé, las medias, el polisón... No quiso pensar mas y desvió su mirada.

Unas manchas circulares oscurecían el borde de la sábana en donde Yunho había eyaculado.

Tocó suavemente la mancha más grande. Todavía es­taba húmeda.

Podía notar todavía el sabor de él bajo los polvos dentales.

Se acerco al ver sobre la cama una bata de dormir, la tomo y se envolvió con ella.

Se Abrió de par en par la puerta de la alcoba, con un crujido de seda y levantando aire a su paso Yunho entro acompañado de su nona.

Jaejoong avergonzado se alejo de la cama y oculto su rostro para que la nona no lo pudiera ver.

-Ya está despierto – Susurro al nona  trayendo en sus manos una bandeja, la cual puso en la mesita que estaba cerca del sofá.

-Si – Susurro jaejoong contestando, Yunho se acerco a el y sosteniendo su mano lo llevo hasta el sofá.

-Los dejo – Dijo la nona – primero cambiare las sabanas – murmuro mientras las quitaba y las cambia por otras. Pronto salió de la habitación, las mejillas de Jaejoong estaban muy calientes y rojas.

Yunho sonrió.

Jaejoong miro la mesita y sobre el reposaba una bandeja de plata.

-Es para ti – Dijo Yunho y Jaejoong levantó la tapa semicircular y vio salchichas y hue­vos revueltos. No reconoció los gruesos trozos de fruta que aparecían sobre un pequeño recipiente transparente. Pero no necesitó que nadie le dijera lo que era.

Tomó un trozo de la exótica fruta amarilla entre el pulgar y el índice, dejando que su jugo se deslizara lenta­mente por su mano.

Tenía un sabor ácido y a la vez dulce. Se lamió los dedos.

Sintiendo una cierta incomodidad por el roce de la bata, con cuánta rapidez se había acostumbra­do a la desnudez.

Yunho lo observo complacido viéndolo alimentarse sin protestar.

Jaejoong recordaba el sabor de su beso; se lamió una gota de jugo de piña de los labios, y evocó a Yunho. Le­vantó una salchicha, mucho más pequeña que el miembro de Yunho, y mordió la punta.

Estaba ambriento así que devora la salchicha y tomo otra para seguir comiendo, al percatarse de la mirada vigilante de Yunho, de detuvo – No comerás? -  pregunto mirándolo con la salchicha en su mano.

-No, a decir verdad ya comí  mientras estuve en la cocina con la nona, es todo para ti, disfrútalo.

Jaejoong se deslizo sentándose sobre la alfombra, puso sus brazos sobre la mesita, comió hasta que no quedo ninguna salchicha, para después continuar probando los trozos de piña.

Yunho lo observo, disfruto observando cómo su esposo se alimentaba, se sentía complacido de que pudieran estar así, estaba muy agradecido con la madre de Jaejoong por todo la ayuda que recibía pero sabía que ya no iba ser necesario no iba dejar pasar más tiempo para que su situación lo solucionen, tenía que intervenir personalmente.

 El dulce de piña bañaba los labios de Jaejoong mientras disfrutaba de la exótica fruta. Los ojos de Yunho vigilantes observaban cada movimiento.

- Jae - susurro atrayendo su mirada, sus labios húmedos por la miel, Yunho estiro su mano pidiendo la suya, Jaejoong lo miro y sin pensarlo puso su mano sobre la de el, suavemente Yunho lo jalo atrayéndolo sobre él, Jaejoong sorprendido se sostuvo de sus hombros mientras una de sus piernas se apoyaba sobre el sillón.

Yunho lo beso, deslizo la bata que cubría el cuerpo de su esposo  y un instante después lo cogió en brazos y lo tendió en el sofá.

Le temblaban las manos cuando Jaejoong se las tomó y posó los labios en las palmas, sintiendo su estremecimiento sintiendo la misma imperiosa necesidad.

-Siéntate a horcajadas sobre mi regazo -lo urgió con voz ronca.

Jaejoong  hizo lo que le pidió, deseando ardientemente el Placer que el podía darle al tiempo que hurgaba  con los dedos para acariciarle la protuberancia. El cuerpo de Jaejoong ardía por él y un gemido desesperado le brotó de la garganta cuando deslizó un dedo adentro. 

-Inclínate hacia adelante -le ordenó con voz baja y urgente, al tiempo que tomaba un pezón con la boca y lo mordía suavemente mientras la observaba.

Jaejoong quería acariciarlo para mostrarle lo que él la hacía sentir y bajó las manos hasta la ingle. Le desato la bata, luego tomó su erección y la enfundó entre las manos; el falo sedoso se ponía más tieso en contacto con las palmas mientras Jaejoong le acariciaba alrededor de la cabeza con la yema de los dedos. Cuando una gota húmeda quedó en la punta como una perla, el la quitó con un dedo, se la llevó a los labios y la chupó. Salada y caliente.

-Dios mío, Jaejoong -gimió él, moviéndose contra Jaejoong. Este se apartó contoneándose y se ubicó entre sus piernas, deseando darle placer.

-Dime qué tengo que hacer  - susurró contra la carne rígida mientras modelaba la erección, la piel se sentía muy suave cuando le rodeó la cabeza con la lengua-. ¿Te gusta así? -Envolvió el miembro con los labios y lo hundió un poco más dentro de la boca.

-Sí... Dios mío, sí...

Jaejoong se excitaba con sólo acariciarlo de aquel modo tan íntimo, recorriendo la vena con la lengua, hasta esas bolsas apretadas de más abajo que lamía con indecisión. Él respondió contrayendo y tensando cada músculo del cuerpo; tenía los ojos casi negros cuando lo miró y levantó las caderas para acoplarse a la lengua de Jaejoong.

Jaejoong cubrió el miembro con una mano mientras que la otra hizo lo debido en la base, deslizó la boca y la apretó absorbiéndolo lo más profundo posible, una y otra vez.

-Dios... Dios...

Él sabía tan bien, tan caliente y masculino...

Lo apartó y luego lo subió a sus rodillas. Los gemidos de pasión de Jaejoong llenaron el cuarto cuando él le chupó los pezones una y otra vez hasta dejarlos como puntos ardientes de placer, mientras lo acariciaba con un dedo más rápido, más suave concentrándose en el centro de su sexo.

Al borde de llegar a un orgasmo demoledor, le levantó las caderas y lo echó de rodillas encaramándose por detrás con el miembro duro como una piedra acunado entre sus glúteos y empezó a mecerse suavemente hacia adelante y hacia atrás.

Luego ubicó su erección entre los muslos de Jaejoong.

Jaejoong estaba frenético del deseo, presionando el miembro contra su húmedo calor mientras él comenzó a moverse adelante y atrás, ejerciendo una presión sedosa contra la entrada empapada, provocándole tan exquisitamente, cubriéndole los pechos con las manos, con los pezones más sensibles en esa posición cuando él tiraba de ellos y los pellizcaba suavemente; los gemidos aumentaron cuando él trabajó en su cuerpo hasta llevarlo cerca de la cima, moviéndose más y más rápido...

Lo penetró suavemente cuando el primer espasmo derretido se apoderó de Jaejoong, empujándose más adentro, con las manos en los hombros de Jaejoong, acercándolo más, tensándole más contra él al embestirlo, con arremetidas poderosas para abarcarlo por completo.

Le provocó un nuevo arrebato demoledor antes de salirse de Jaejoong, darle la vuelta y ubicarlo sobre el tenso miembro erecto, embistiéndolo mientras las últimas oleadas todavía le sacudían el cuerpo.

Luego se puso de pie, con el pene aún metido profundamente en su interior cuando le apretó el cuerpo contra la pared. Jaejoong le rodeó los hombros con los brazos, y se aferró a él mientras se meneaba y lo llenaba.

-Yunho... por favor, por favor.

Estaba tan inconsciente que Yunho sabía que Jaejoong no se había dado cuenta de que él se había estado retrasando a propósito. Sólo así, con los cuerpos fundidos,  le daría todo el placer que estuviera a su alcance.

Lo penetraba, haciendo vibrar las paredes con cada embestida. Le fascinaba el modo en que Jaejoong respondía, cómo se aceleraba y lo mantenía apretado en su interior.

-Vamos, mi amor - le susurró en el cuello - Estalla para mí - Él apretó el pecho contra los pezones, aquellas hermosas puntas erectas que lo volvían loco, y se enterró dentro de Jaejoong todo lo que pudo - Siente lo profundo que soy. Siente cuánto te deseo - Empujaba largo y fuerte y lo sentía tensarse - Eso es - gimió cuando las palpitaciones lentas y dulces de Jaejoong lo exprimieron.

Finalmente, Jaejoong se relajó. Yunho sonrió y le besó la frente; lo llevó con cuidado de nuevo al sofá, donde lo acunó contra su pecho hasta que Jaejoong parpadeó y abrió los ojos unos segundos después.

Entonces lo besó, de una manera feroz y devoradora que expresaba lo que él no era capaz de expresar.

Continuara...

Gracias a todos por esperar la actualizacion de este fic, espero sus comentarios.
Bye.

Athena20.